UN MAESTRO AL SERVICIO DEL VASCO: LAS ESTACIONES DE JOSÉ AVELINO DÍAZ EN MIERES
Este artículo ha sido realizado por Pozu Espinos Consultoría y Gestión Cultural (www.territoriomuseo.com), puede visitar el artículo original haciendo click en la imagen o aquí
El arquitecto José Avelino Díaz dejó su impronta en varios edificios del ferrocarril Vasco-Asturiano, en su mayoría situados en el concejo de Mieres. Algunos de ellos sobreviven todavía hoy y son una excelente muestra de arquitectura ferroviaria.
El viajero que recorra la red de ancho métrico de Renfe (antigua Feve) en Asturias se encontrará con uno de los ferrocarriles de vía estrecha más impresionantes de Europa, en estos días seriamente amenazado por una gestión absurda hasta la estulticia y que parece llevarle irremisiblemente a su desaparición a corto o medio plazo. Antes de que ese escenario apocalíptico ocurra, animamos a nuestros lectores a montarse en uno de los trenes que recorren la geografía asturiana y pronto apreciará un increíble conjunto arquitectónico, formado por ejemplos muy diversos de estaciones y otras instalaciones que abarcan desde finales del siglo XIX hasta prácticamente la actualidad.
Sin duda algunos de los ejemplos más sobresalientes de esas construcciones son los que jalonan la antigua línea del Vasco Asturiano entre San Esteban de Pravia y Collanzo. Hoy nos centraremos en la porción de ese recorrido que se corresponde con el concejo de Mieres y en el que encontramos casos muy interesantes.
No obstante, no siempre fue así. En los inicios, el panorama era bastante uniforme; como detalla José María Flores en su artículo “Edificios de viajeros en el ferrocarril Vasco-Asturiano” (Revista de Historia Ferroviaria, n.º 3, junio de 2005), el proyecto original para las estaciones de la línea había sido elaborado por el ingeniero vasco Valentín Gorbeña. Él mismo fue el autor del proyecto definitivo de la línea y sus obras de fábrica y, diez años antes, había planeado la línea de Zalla a Solares, perteneciente a los Ferrocarriles de Santander a Bilbao. Dados los vínculos accionariales entre ambas compañías, en el Vasco-Asturiano Gorbeña utilizó la mayor cantidad posible de elementos comunes, lo que explica que, por ejemplo, locomotoras y vagones fuesen inicialmente idénticos en ambos trayectos.
Otro tanto de lo mismo sucedió con los edificios. Así, el modelo de 2ª y 3ª clase que Gorbeña había diseñado en 1892 fue calcado en las cuatro estaciones del Vasco a su paso por el territorio mierense: las de tercera categoría de Ablaña, Mieres y Figaredo (puestas en servicio en 1906) y la de Ujo, terminada dos años más tarde y considerada como de segunda. Eran unas construcciones muy clásicas desde el punto de vista ferroviario, de planta rectangular y dos alturas: en el piso bajo, el gabinete de circulación y la sala de espera. En el primero, la casa para el jefe de estación. Al exterior encontramos tres tramos en las fachadas y unos aleros de madera muy volados que hacían las veces de marquesina. Las bandas de ladrillos y los paneles de obra con el nombre de la población en los costados eran otras de sus señas de identidad.
Ese aspecto se mantuvo sin alteraciones durante dos décadas, hasta que en los años 20 José Avlino Díaz y Fernández Omaña, a la sazón arquitecto municipal de Mieres, intervino en varias de ellas. Para los lectores interesados en su obra, les remitimos al libro “José Avelino Díaz y Fernández Omaña y la Arquitectura Racionalista en Asturias”, disponible en la Red de Bibliotecas del Principado de Asturias (https://absys.asturias.es/cgi-abnet_Bast/abnetop/O10004/ID1beb5e77/NT2) y centrado en la faceta más vanguardista de su actividad profesional, sobre la que ya hemos hablado con anterioridad al mencionar el cine de Santa Cruz: http://territoriomuseo.com/noticias/show/815-un-cine-para-la-historia-la-llama-de-santa-cruz-joya-racionalista-del-concejo-de-mieres
Tres puntos fueron objeto de su atención. En Ablaña, la estación no fue alterada (se reformaría años después y actualmente ha desaparecido) pero en cambio se edificó junto a ella la cantina, un pabellón de dos alturas con una compleja cubierta que parece inspirado en el desaparecido apeadero de Las Caldas (Oviedo). Con aires regionalistas, permanece en pie hoy desempeñando la función para la que fue ideado, así que animamos a nuestros lectores a que disfruten de su terraza situada en pleno andén.
En Figaredo, Díaz construyó también la cantina, un pequeño edificio de dos plantas situado al sur de la estación que por desgracia fue demolido hace años. Al norte levantó una singular construcción destinada a almacén y vivienda, con un prominente cuerpo de escalera y un piso superior que vuela sobre la vía del almacén creando una marquesina sostenida por pies derechos metálicos para proteger el trasiego de bultos. En la actualidad se mantiene en buen estado, utilizado como depósito de herramientas.
En el edificio de viajeros su intervención fue radical. Al edificio primitivo añadió dos crujías laterales perpendiculares a la vía a modo de torres, al tiempo que elevó la cubierta original. En el exterior se modificó la decoración y se instaló una marquesina metálica protegiendo la fachada al andén. Por desgracia, en 1963 sufrió una reforma que alteró su volumetría y recubrió las fachadas de plaqueta a la moda de la época, por lo que su aspecto anterior se vio profundamente alterado. Conserva, no obstante, la marquesina de la época de Díaz y el reloj, que bien merecen la visita.
Finalmente, en la de Mieres, Díaz dio otra lección de su maestría arquitectónica. Levantó la cantina, un edificio rectangular de generosas dimensiones con un elegante alero curvo. Mñas tarde (posiblemente hacia 1930) le fue añadido un segundo piso, con lo que adquirió un tamaño comparable al de la propia estación. Por desgracia, este edificio, recordado todavía por muchos mierenses, fue derribado en la década de 1990.
Por lo que respecta al edificio de viajeros, se añadió un cuerpo perpendicular a la fachada y se creó un altillo a modo de torre con un segundo piso, además de otro tramo en el lateral dirección Oviedo, coronado con una terraza. Toda la cubierta fue realzada y el resultado fue que la estación pudo disponer de una segunda vivienda. Además, se la dotó de una marquesina metálica muy volada que protegía el andén y uno de sus laterales y se convirtió en un signo distintivo del edificio. Posteriormente (quizá en 1941) el tejado sufrió una alteración que modificó su aspecto anterior aunque no afectó demasiado al aspecto del edificio.
Con la construcción de la variante de Mieres y la nueva estación, puesta en servicio en 1989, el primitivo edificio quedó sin uso. Por fortuna se salvó, rehabilitado para dar cabida a oficinas municipales, y en la actualidad presenta un aspecto envidiable, limpiado de algunos añadidos modernos que afeaban su estructura y convertido en un icono de la arquitectura de nuestra villa.
Al margen de las estaciones mierenses, es interesante reseñar que Díaz fue el autor de otros edificios para el Vasco-Asturiano, como el de Peñamiel o los del tramo Ujo-Collanzo, ya en la década de 1930. Además, otro notable arquitecto asturiano, Enrique Rodríguez Bustelo, trabajó también para la compañía y a él le debemos los planos de Sandiche y Fuso de la Reina, completando uno de los conjuntos arquitectónicos más excepcionales de la vía estrecha española.
Sábado 10 de junio de 2017